Entre Robles

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 Hace 10 años

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        Este artículo es distinto. Tiene que serlo a la fuerza. Y es que hace ahora 10 años desde que ese maldito 11 de marzo de 2004 perdieron la vida casi 200 personas por culpa de unas bombas que unos hombres pusieron en unos trenes en Madrid. Muchas veces se dice que, cuando pasan esas cosas, te acuerdas siempre de lo que has hecho ese día. Y es verdad.

         Por aquel entonces estábamos en tiempo de elecciones. El día 14 de ese mes de marzo eran las Elecciones Generales. Y era la primera vez que yo iba en una lista: me presentaba al Senado por el PREPAL (Partido Regionalista del País Leonés). Y, a causa de ellos, iban a hacerme una entrevista en la desaparecida Televisión de Ciudad Rodrigo. Como entonces vivía en la provincia de Madrid, me tocaba coger el coche para venir a la entrevista. La cosa empezó extraña cuando me desperté una hora antes de sonar el despertador. Estando en la cama pensé: “vamos a ver qué dice la radio”. Y entonces lo oí: habían explotado unas bombas en los trenes de cercanías de Madrid. Ni que decir tiene que en seguida se me fue el sueño.

         Seguí escuchando la radio unos minutos y la impresión fue todavía más grande cuando dijeron los lugares y la hora. Y es que esos trenes, esas estaciones, esa hora y esa línea de cercanías era bien conocida por mí: eran los mismos trenes que estuve cogiendo todos los días a esas mismas horas hasta una semana antes de los atentados. ¡Yo podía haber estado allí! Y seguro que había estado sentado al lado de gente que ese día no tuvo tanta suerte como yo.

         El viaje en coche a Ciudad Rodrigo fue, como no podía ser de otra manera, un ir con el corazón encogido pues a cada minuto, a cada boletín informativo que daban, el número de muertos iba creciendo hasta los 191. Un montón de gente que murió sin saber por qué, un montón de familias que quedaron rotas para siempre. Y, para los demás, el pensamiento continuo de que nos podía haber tocado a nosotros.

         Los días que siguieron nos tocó vivir las explosiones de Leganés, ciudad en la que vivía entonces. Siempre recordaré a la gente que, sabiendo que vivíamos allí, nos llamó para ver si estábamos bien, igual que nos llamaron para saber el día de los trenes. Nunca voy a olvidar tampoco la primera vez que volví a Atocha, y la gente de Madrid, y mucha gente de fuera de allí, habían hecho un enorme altar con velas siempre encendidas, flores, papeles con frases,... También yo dejé un papel con mi escrito y mis recuerdos a aquella gente que nos dejó ese maldito 11 de marzo. Y bajar hasta los andenes y ver cómo, años después de los atentados, todavía estaban los techos negros del humo de aquel día...

         Yo tuve suerte, dejé de coger esos trenes la semana anterior. Otros no tuvieron la misma suerte que yo. Pera todos ellos, para sus familias, para todos los heridos, para toda la gente que nunca va a olvidar lo que pasó ese día, van estas líneas. Porque ya hace 10 años desde ese día, pero a algunos nos duele como si fuese algo de ayer mismo. Algo que necesita mucho más que 10 años para olvidarse. Quizá 10 vidas. Por vosotros.