​Carta abierta a Emiliano Carreño

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Te nos has ido en silencio.

Has aparejado a la luz de la luna, como tantas veces, has llenado las alforjas de quereres y recuerdos y sereno, al paso y como tirando de mosquero, te has perdido por la vereda infinita que emboca al horizonte de la eternidad.

Has “candao” la “engarilla” de la finca de tu vida, sin barullo y con calma y sin bajarte del caballo, has abierto después la portera del cielo adentrándote para siempre en la inmensidad de sus azules.

Quiero imaginar que al llegar, conociéndote, habrás preguntado a Pedro, el mayoral de esa finca de infinitud, por tu caballo blanco. Te habrás ido a su encuentro con el “bocao”, “ terciao” al brazo y quitándole las apeas de la soledad de tantos años y,  ya en libertad, andarás galopando con él, barrunto, por el cordel del infinito, con Confitero al estribo, intentando descubrir y dominar los vericuetos y las querencias de los valles y las praderas celestiales.

Emiliano.

Somos los guinaldeses , todos hoy, coherederos de tus recuerdos.

Hemos sido testigos todos del valor… de un valiente,

De la sencillez de un hombre de campo.

De la humildad inteligente de un catedrático en la brega del “ganao” de todos los encastes.

De un encerrador cabal en el manejo de toros imposibles y de vez en vez hasta temerario, las más de las veces con los medios más escasos y rudimentarios.

Si hablaran las “parés” de las zahúrdas… y tu porra y los cantos de pedernal en tus manos y los chiqueros imposibles y los “tapijos” increíbles y los portillos y las callejas de gorrones y los alberos de piedra de otras lenguas y las plazas de capeas arraianas sin palcos, con tendidos de carros y andanadas de leña….

En los lienzos de las memorias de las gentes de Guinaldo, andan pintados para siempre , un toro y un caballo, una garrocha y… un hombre, jugando desde la fuente hasta la plaza con la muerte.

Nos dejaste para siempre el recuerdo de tus mil encierros y tus quites salvadores. Nos dejaste tu sonrisa socarrona, tu sabiduría , tu genio y tus bromas y respeto, mucho respeto. Y tu generosidad y la de tu gente y la de tu casa. Pariente de tía Bernardina, tu hogar, generoso como el suyo estuvo, abierto siempre a cualquier gente, con un sitio en la lumbre, un medio de vino o una “ tajá” que llevarse a la boca.

Emiliano, esta tarde desde el “ tu” corral, en el charaíz redondo, he visto los caños sufriendo, por no verte ya con el “herrao” en la mano, llevando al agua al caballo con el rejo.

Emiliano hoy 16 de Abril en Guinaldo :

No arruan en la “desa” los toros en los valles,

ni braman en el guardao, las vacas en los cerros.

Hoy no se arrancan en los riscos al aire los erales,

ni escarban en el potril los utreros en los tesos.

Hoy en Guinaldo,

Hay un encierro de murmullos y silencios por las calles.

Hoy no quieren mamar calostros los becerros.

Hoy los bueyes se niegan a dar jornales

y nos añusgan a todos la voz de sus cencerros.

Hoy no se apareja en los corrales.

Hoy se han vestido de luto los mosqueros.

Ruedan lágrimas de espuma en los bocaos.

y las cinchas no quieren buscar su agujeros.

Hoy las serretas compungidas solo sujetan emociones.

Hoy las gamarras confundidas sienten “trizaos “los corazones.

Hoy las garrochas de majaua remudan sus picos de ternura.

Hoy no se ve en las espuelas pintado el color de la bravura



Hoy en Guinaldo

En las riberas andan los fresnos confundidos,

y andan los juncos inclinándose de duelo

y mientras las charcas empañan sus fundidos

rezan por tí floridos, lirios y majuelos.


Llegan desde el horizonte al campanario de Guinaldo

sonidos tristes de badajos

y preguntas de campanas portuguesas.

De luto y ebrias de dolor

no les saben dar ni respuestas ni consuelo

las campanas guinaldesas.

Las sogas de los forcones de los pueblos de la Raya

dicen se retuercen de dolor entre cravios y lamentos

y cuentan, dicen los mayordomos lusitanos

esta noche, a sus nietos a la lumbre

tu valor y tu arrojo en sus encierros.


Hoy en el risco de los charros, lloran los frutales

y quieren vestirse de duelo los almendros

de oro los membrillos, de negro los nogales

y el aroma de romero… huele a incienso

Y….ante ese olor a incienso dejadme gritar:




¡ VAQUEROS ¡

A las manos las viseras

¡ MAYORALES

A las manos los sombreros

Que no ha de haber, hoy

caballero cubierto en Guinaldo

al último paso por la calle del Cristo

de Emiliano el rey de los encierros.

Emiliano, tu figura de vaquero humilde, serio, impasible y de hombre de a caballo sin aspavientos la seguiremos viendo cada año, cada feria cuando veamos a Juanjo y a Emilianin, llevando los toros al estribo en nuestro encierro. Hasta siempre maestro.


Félix Galán "Tito"