El lobo

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En los últimos días se han reunido ganaderos de la Provincia de Salamanca con el Consejero de Fomento y Medioambiente, para tratar sobre la problemática de “el lobo”, un problema que, bajo mi punto de vista, no se ha afrontado con seriedad en los últimos años. La solución que siempre se ha propuesto desde la Junta de Castilla y León (la suscripción de seguros por parte de los ganaderos, y la autorización de la batida de algún ejemplar de vez en cuando), no ha servido para mucho; es más, siempre se aporta la misma solución. Y el problema subsiste.

Y es tan sencillo como que la Junta cumpla con sus obligaciones, por un lado cumplir con la sentencia del Tribunal Superior de Castilla y León, ratificada posteriormente por el Supremo, de que es la administración autonómica la que debe pagar los daños ocasionados por los ataques vía patrimonial, y no a través de un seguro. Y por otro lado, que se cumpla las misma normativa sobre el lobo de la Comunidad, más concretamente al norte del Duero.

No obstante, la reflexión debe ser más profunda y se debe afrontar desde la pregunta: ¿es posible la convivencia de la fauna salvaje (lobo en este caso), con la ganadería extensiva?, mayoritaria ya en comarcas como la de Ciudad Rodrigo y Vitigudino. Es lo que debemos debatir, a mi juicio es muy difícil esta convivencia, ya que la ganadería extensiva es uno de los pocos puntales de nuestra economía y es muy desalentador ver esas imágenes de los ataques de los lobos. Porque el mal no sólo es en la pieza que se cobran, sino en todos los efectos que produce en la ganadería en general y en el ánimo del ganadero.

¿Tiene que desaparecer el Lobo?, tampoco ésta es la solución, fauna salvaje siempre ha habido y debe haberla, sólo que hay que regularla, desde el sentido común y no amparándose en los reglamentos europeos, que a veces son muy miopes sobre la realidad que intenta legislar.

Por tanto, para mí la solución es el cumplimiento de la normativa vigente, en cuanto a pieza cinegética al norte del Duero, pago inmediato vía patrimonial de los daños causados por los ataques. Y cuando me refiero al daño causado no sólo a la indemnización por el animal muerto, sino por el lucro cesante (estrés del ganado que produce incremento de los abortos, o disminución de la leche en el caso del ovino). Y control del lobo en la zona al sur del Duero.


Juan Luis Cepa