Serradilla ofrece sus mejores hortalizas y dulces al Cristo de los Afligidos

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Serradilla del Arroyo. CARLOS GARCÍA.

Con motivo del día de la Exaltación de la Cruz, cada 14 de septiembre, muchos pueblos españoles organizan ofrendas y subastas y en el caso del pueblo salmantino de Serradilla del Arroyo sus vecinos donan las mejores hortalizas recolectadas durante el verano.

Así lo vienen haciendo desde hace más de dos siglos, como reconocen desde de la propia parroquia, que cada año se encarga de organizar esta particular ofrenda al Cristo de los Afligidos, que tiene siempre como objetivo final recaudar fondos con fines solidarios.

Como cada año, los vecinos, desde primera hora de la mañana, acuden hasta la ermita del pueblo para depositar junto al altar lustrosas hortalizas, las mejores de cada cosecha, con el fin de que tengan buena aceptación durante la subasta.

De esta manera, en el día de hoy se han podido contemplar calabazas gigantes, tomates de un kilo de peso, las cebollas más grandes de cada huerto o, incluso, los dulces típicos caseros.

Las gentes del pueblo han elaborado artesanalmente algunos bollos maimomes, típicos del Parque Natural de Las Batuecas, al que pertenece este municipio, o las afamadas rosetas, además de rosquillas.

Tras las procesión, los propios vecinos se encargan de ir cogiendo los lotes de productos para ir "picando" a los asistentes para que pujen por ellos.

La puja es libre y el precio de salida de cada hortaliza, fruta, o dulce lo marca el párroco, Joaquín Galán Pino.

A viva voz, los vecinos van alzando el dinero que quieren pagar por cada lote y, tras la subasta, se acercan hasta el párroco y le entregan el dinero que fijaron, si es que fueron los ganadores de la puja.

La participación en la subasta es muy alta y, llama la atención, que hasta el propio cura se anime a pujar por algunos de los productos, ya que en esta edición fue el que se llevó dos lotes por ser el que puso el precio más alto.

Los fieles de Serradilla del Arroyo aseguran que la devoción por este cristo es muy grande desde siempre y prueba de ello es que las gentes de este pueblo, la mayoría de avanzada edad, trabaja todo el año el cultivo del huerto y no tienen reparo en entregar lo más granado de su cosecha como ofrenda al Cristo de los Afligidos.

Cada año se fija alguna iniciativa con el dinero que se recauda, siempre con algún fin especial dentro de la parroquia, que ha servido, incluso, para restaurar las vidrieras de la propia ermita.