PUERTA ABIERTA PARA UNA ETERNIDAD
Una multitud llegada desde donde menos se pensara rodeaba la plaza de toros de Barcelona. Saltaba a la vista que no podía haber “papel” para todos. En esto que, con más de una hora de antelación sobre el inicio del festejo, se abre una puerta de servicio en un lugar alejado de la entrada del público en general; y la monumental se traga a unas pocas docenas de personas que allí estaban. La puerta la abrió el Juanillo “el chico para todo” de la plaza, los guardas de la seguridad privada lo abroncan sonoramente y los afortunados se pierden entre el público en general. Nada pasa por casualidad. Al llegar a la meseta de toriles allí estaba Javi con un rinconcito y un refresco previstos Estaba sudoroso, disgustado y muy activo. Tenía cara de circunstancias. Al rato se puso una camisa roja y se enroló toda la tarde con el tiro de arrastre.
Era la tarde del cierre, con Jose Tomás en los carteles. Una situación peculiar y dolorosa, propiciada durante años y a fuego lento por la intransigencia y falta de afición de otros y otros. Javi desde su condición de transportista, se había convertido, en una pieza más en el engranaje de aquella plaza, en el montaje y desarrollo de de cada festejo que allí se daba. Atrás quedaban lustros de viajes interminables con toros de todo comportamiento y condición; con madrugones, con calores y fríos, con llegadas a la ciudad Condal a horas y a deshoras, con mil peripecias; unas comunicables y otras dichas al oído. Una lucha que parecía morir estérilmente aquella tarde. Pero Javi miraba al horizonte a través de aquellas gafas de pasta; que le hacían más fácil ver futuro para él y su gente.Antonio Risueño