Soportar el poder

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Decía Cicerón: El buen Ciudadano es aquel que no puede tolerar en su patria un poder que pretende hacerse superior a las leyes. Aquí estamos, bajo un poder que se ha saltado leyes o las ha modificado sin consenso por un enfermizo deseo de conservar ese poder, amparados en la coartada de que “el bien público requiere que se traicione y que se mienta” (esto lo dijo Michel de Montaigne, filósofo francés en el siglo XVI).

Estamos inmersos en un año apasionante desde el punto de vista informativo, decisivo desde el punto de vista social, peligroso desde el punto de vista político.

Tenemos en nuestras manos la posibilidad de cambiar una situación viciada por la larga permanencia en el poder de dos partidos quebrados y desprestigiados. Dijo Platón: “Allí donde el mando es codiciado y disputado no puede haber buen gobierno ni reinará la concordia”.


He tenido antecedentes políticos por todos los costados y desde hace muchos siglos. Bisabuelos y abuelos Diputados, Senadores, Alcaldes de Madrid, responsables de Altos Cargos en Gobiernos, tutores de Reyes, poseyendo grandes e importantes distinciones, pero para mi, lo más destacado es que a todos y cada uno la sociedad de la época los calificó de “buenos gestores y honrados”. Ese es mi orgullo.

Por mi actividad periodística siempre veía el poder y la política desde el análisis y la crítica. En 2007 recién instalada en Guadapero en mi nueva casa tenía proyectos de dedicarme a escribir y cuidar mi yeguada pero entonces conocí a Liduvino Barbado. Me proponía presentarme por UPS a la alcaldía de mi municipio. No fue lo que dijo lo que me inclinó a aceptar el reto fue su actitud personal, la suave firmeza en sus convicciones, su predisposición al diálogo, su elegancia de comportamiento. En definitiva, no era el prototipo del triunfador político, era el sembrador de ética.

Les hablo de Lidu porque representaba entonces a UPS en Ciudad Rodrigo que era un movimiento como tantos otros en sociedades democráticas que acoge y aglutina ciudadanos ponderados, que toman la participación política como algo más que un exaltado sentimiento común de pertenecer a un equipo de futbol.

Lo teníamos difícil porque tradicionalmente el centro es un espacio político que nunca han logrado alcanzar verdadera influencia, después del Gobierno Suárez, ahogado por la fuerza del bipartidismo. En España los intentos de partidos centristas han sido siempre un fracaso como ocurrió con el partido PRD fundado por Antonio Garrigues Walquer y Miguel Roca, con los que colaboré en aquellas elecciones de 1986 en las que, como decía Antonio, “no nos ha votado ni nuestra familia”.

Pero algo tendrá ese centro que lo pretenden y lo presumen los de derechas y los de izquierdas.

Ahora estamos en otro momento político, el bipartidismo está finiquitado y los otros partidos sumidos en la fractura interna o el comienzo de las dudas. La sociedad harta de “dictablandas” y los ciudadanos deseando idearios moderados, eficaces, honrados. Normalmente, los ciudadanos no se sienten responsables de los fracasos de los gobiernos que han votado, pero hoy empiezan a considerar que su voto tiene más vinculación con el resultado de lo que se adjudicaban.

Hoy pertenezco a Ciudadanos y me siento orgullosa de ello. Albert Rivera es un líder nato y una persona a la que intuyo la capacidad de Soportar el Poder con la inteligencia que ello requiere, mucha elegancia y total falta de ego. Ausente de vulgaridad, de prepotencia y sectarismo. Ideas claras y pragmático.

Y nosotros, los afiliados, el ejército Ciudadano, dispuesto a dar ejemplo de democracia con actitud ejemplar.

Como la dicha de un pueblo depende de ser bien gobernado, la elección de sus gobernantes pide una reflexión profunda. (Joseph Joubert(1754-1824) Ensayista y moralista francés).


Ana de Rojas