Hinojosa revive un año más la Matanza Tradicional

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Crónica y Fotos: LUIS FALCÓN

El municipio salmantino de Hinojosa de Duero celebró, por 13º año, con una temperatura muy agradable-, su Fiesta de la Matanza. Llena de entrañables recuerdos para los mayores y de descubrimientos para los más pequeños, la matanza reúne a todos los habitantes del pueblo y también a decenas de visitantes. Los vecinos de Hinojosa colaboraron durante toda la jornada en los trabajos de picado de cebolla y lavado de las tripas para la posterior elaboración de las morcillas y los chorizos.


A primera hora de la mañana, se reunieron varios vecinos del municipio para preparar los trabajos de matanza, realizando las labores de matado del cerdo, haciendo la labor de matarife o Matancero de Honor,Juan Manuel Frutos, para preparar la degustación que disfrutaron después alrededor de 200 personas, y que consiste en patatas guisadas con carne y chorizo. Pero antes, también hubo degustación de costilla, morcilla, torreznos, farinato y panceta, todo a la brasa donde el alcalde, José Francisco Bautistase ufanaba en partir y repartir tajadas, con vino y dulces y aguardiente mañanero, ya por la tarde, chichas, calvotes o castañas asadas y chocolate.

El cerdo se chumascó y deshizo en presencia de los asistentes -y de la cámara incesante en buscar el mejor ángulo de Manuel Balles- quienes quisieron presenciar cómo se realizaban antiguamente estos trabajos, sobre todo los más jóvenes, de los que había una buena cantidad.


Las tareas tradicionales de la matanza


Una vez deshecho, el cerdo debe permanecer una noche “oreándose”, aunque hoy no era la ocasión. Mientras, otras personas prosiguen con las tareas propias de la matanza que suelen realizarse el segundo y el tercer día después de la muerte del cerdo. Dos mujeres se afanan en el embutido de la morcilla en las tripas lavadas previamente en la gélida agua del grifo, antes del arroyo que surca el pueblo.

La mezcla de sangre y cebolla, previamente amasada en una artesa, se embute a puñados en las tripas, que luego se atan y cuecen, dando lugar al ‘caldo baldo’.

Una vez cocidas, las morcillas se dejan secar durante 21 días en los varales, elaborados con palos de madera con los que se confecciona una suerte de tendedero, que se colocan en lugares cerrados, exentos de corrientes de aire y orientados al Norte. La matanza depende mucho del clima, por eso se realiza a finales de noviembre y en el mes de diciembre, para evitar nieblas o lluvias que humedezcan el ambiente y echen a perder los embutidos y la carne, que, antiguamente, eran sustento de toda una familia para casi todo el año.

De los varales también penden los chorizos, que se elaboraban desmenuzando la carne en una picadora de metal colocada sobre una mesa de madera. El picadillo de carne se deposita en una artesa donde se mezcla con pimentón y otros condimentos a gusto de cada familia, como orégano. Parte de esta mezcla se embute y una pequeña parte se reserva para comer frita en el momento, lo se conoce como 'chichas' o 'chichinas'.

Pero además, como se puedo comprobar ayer mañana en Hinojosa de Duero, la matanza también es un acto social de ayuda y convivencia de todos los vecinos. Como una buena ocasión para compartir una pinta de vino o aguardiente, unas perrunillas o bien esos asados del cerdo tan ricos a la brasa, como la panceta o el farinato. Y ya por la tarde, después de los chupitos de rigor y el baile de alguna jota al ritmo de la gaita y el tamboril, unas castañas asadas a la lumbre y, para finalizar la jornada, antes de la que niebla volviera a inundar de penumbra algondonosa todo el pueblo, un chocolate para todos los presentes.