Monsagro revive La Trilla, un oficio de antaño que quieren conservar entre los niños

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El pueblo de Monsagro ha revivido hoy su tradicional Día de La Trilla, un oficio veraniego de antaño, que desapareció desde la llegada de la mecanización, primero con las trilladoras y, hoy, con las cosechadoras.

Sin embargo, en monsagro conservan intactas y como un gran bien patrimonial, la zona alta del pueblo donde se encontraban las eras, en las que los campesinos separaban cada verano el grano de la paja.

Y así lo han hecho hoy. A primera hora ya estaba preparada la parva y el concejal Jesús Domínguez se ha encargado de unir las caballerías al trillo: primero ha colocado las colleras a cada uno de la pareja de burros, para, encima, colocar el yugo, que sirve, con la ayuda del cambizo, para arrastrar al trillo, al paso que marcan, en este caso, la pareja de burros.

Los niños han sido los que más han disfrutado, primero dando un paseo en los asnos y, más tarde, ya iniciada al trilla, encima del trillo, al tiempo que se iba machacando la paja y desgranando el trigo.

No ha faltado, además del encargado de arrear los burros con la ayuda de la tralla, el responsable del tornear la parva, es decir, la persona que con la tornadera va moviendo la paja para que el trillo no deje nada sin machacar.

Y, así, lo han hecho para el deleite de los más pequeños que han experimentado la alegría que antaño compartían los más pequeños de subirse en el trillo junto a sus abuelos.

Un oficio que, tras la trilla, se completaba con una serie de pasos imprescindibles para separar el grano de la paja. Los briendos o palas de madera eran fundamentales para ventear la paja, que, con el aire, se separaba del grano. Las manos más expertas, en un segundo paso, le iban dando dando pequeños golpes de muñeca a la paja que quedaba para separar aún más la paja del grano y, mientras tanto, se iba baleando (barriendo) el sobrante con un escobajo para limpiar aún  más a fondo para que no quedara ninguna grancia, que era como se conocía a las pajas grandes.

El último paso, el de la criba, para que el grano quedara totalmente limpio.