Día "D", de Democracia

|


fotoopinion_1

Estos días conmemoramos el setenta aniversario del “día D”. El 6 de junio de 1944, tropas Estadounidenses, Británicas y Canadienses desembarcaban en las playas de Normandía, conocidas desde entonces por sus nombres en clave “Utah, Omaha, Gold, Juno y Sword.” Con más de 150.000 soldados (73.000 norteamericanos y 83.000 británicos y canadienses).

La conocida como Operación "Overlord", la invasión aliada de Francia había empezado. Comandados por el general Eisenhower, las tropas aliadas superaron las defensas organizadas por el mariscal alemán Rommel.

La supremacía aérea anglo-norteamericana fue clave para entender el éxito de la operación. Los aviones aliados destrozaron la mayor parte de los puentes sobre el Sena y el Loira, impidiendo que los alemanes pudieran enviar refuerzos a Normandía. A ello se unió la dificultad de los alemanes en cubrir una costa de 4800 kilómetros de longitud entre la frontera española y Holanda y las continuas desavenencias y contradicciones en el mando militar alemán sobre dónde tendría lugar el desembarco y cómo se le debía hacer frente.

El éxito del desembarco permitió el rápido avance de las tropas aliadas hacia el corazón de Francia y fue uno de los elementos clave de la derrota del III Reich.

En la noche del Día D los aliados registraron las bajas de 12.000 hombres, entre ellos 4.400 muertos. Hasta la toma de París en agosto de 1944 murieron en la Operación Overlord 70.000 aliados.

Gran parte de estos soldados no habían vivido las miserias de la guerra en su país. Provenientes de miles de kilómetros, su lucha estaba más condicionada por la defensa de unos valores que por el salvaguardo de su tierra. Por encima de todo era una lucha contra el fascismo y las dictaduras totalitarias, por eso me gusta decir que el “día D” es también en día de la “D”emocracia.

El final de la segunda guerra mundial, como todas, dejo vencedores y vencidos. Pero el día siguiente a la victoria, dentro de los vencedores empezó una nueva guerra, la que enfrentaba a los países democráticos con los comunistas. Solo el deseo común de derrotar a Hitler había mantenido unidos a los aliados, tras la caída de Berlín empiezan a aparecer las primeras grietas en la coalición vencedora. Entre 1946 y 1947 la desconfianza mutua entre americanos y  soviéticos va a desembocar en una abierta hostilidad que durará hasta 1990 y que se conoce como Guerra Fría.

Las dictaduras comunistas que mantuvieron y fraguaron tras la segunda guerra mundial, dejan tras de si más de cien millones de muertos, millones de represaliados, anulación total de las libertades, por lo que todos los que murieron en defensa de la democracia solo vencieron en parte.

Poco antes de la muerte de Winston Churchill, sus más allegados reconocen su pesar, que la única diferencia entre los comunistas y los nazis en que los primeros ganaron la guerra.

En estos días, todos los demócratas debemos rendir homenaje a todas aquellas personas que dieron su vida por salvaguardar la libertad y la democracia, así como recoger el testigo y seguir luchando por ella.