Fue ayer

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DESDE LA OTRA ORILLA

Fue ayer 

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Es una frase más que recurrente ante el inevitable paso del tiempo: “parece que fue ayer”. Ahora que se ha cumplido un año del nombramiento del papa Francisco podemos utilizar esa expresión, para recapacitar y al momento aseverar con un  “fue ayer”. Pues un año no es nada.

Sin embargo, en este caso se le da la vuelta a la situación de una manera sorprendente. Desde que aquel hombre,  que no ser sacral apareció en el balcón del vaticano el mensaje que por su boca ha dado la iglesia al mundo nos han hecho viajar cincuenta años atrás en la historia.

Nos han llevado a los tiempos del Vaticano II con mensajes tan frescos como Iglesia pueblo de Dios, La Iglesia de los pobres, Iglesia de Dios en roma que preside, no comanda, el resto de las Iglesias; todo esto puede dar lugar a descubrirlo como mera cosmética en un mundo de la sensación mediática. Pero adquiere fuerza y verdad cuando no deja de saltar la sorpresa de un papa que se manifiesta como una persona normal, porque  hace cosas normales.

Es precioso que este hombre le haya dado a la Iglesia un tono de normalidad: vive en una residencia con mas gente, celebra cada día como un cura normal en la capilla de su residencia, abraza niños, saluda a conocidos, dialoga en corro, reza sentado, sabe  de futbol, reconoce que se enamoró de una piba…

Un año lleno de palabras y gestos en el que no quiere cerrar la ventana de otros papados, sino abrir un gran ventanal al mundo por el que nos entre aire fresco de mundo, pues por el mundo nos habla Dios, y no en los “tejemanejes” habituales de poder, dinero y ostentación, sino en el rostro de los mas pobres que cada día tocan a nuestra puerta , y mas veces de las que creemos fuera de la pantalla de la televisión. Esa es la actualización de la Iglesia  que quiere el papa Francisco: una fe que nos meta en el mundo, en un mundo que no quiere a Dios, pero que muestra necesitarlo y hasta buscarlo. Una búsqueda que no se puede llevar a cabo sino es con una Iglesia en reforma, palabra que repite en  mas de veinte ocasiones en su refrescante carta pastoral: LA ALEGRIA DEL EVANGELIO. Donde nos recuerda que la fe no es un subterfugio de apariencias sino una fuente de la alegría de verdad, que nunca se manifiesta a fuerza de risotadas.

Y todo esto ha pasado en un año. Y es que Marzo de Dos mil doce, fue ayer