Opino, que no sentencio

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Réquiem


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Como no podía ser de otra manera, hoy mis líneas van dedicadas a todas aquellas víctimas de lo que la barbarie “humana” en ocasiones puede provocar, incluyendo a familiares y amigos de quienes siendo estandarte de la inocencia se vieron salpicados por el terror que algunos innombrables han querido instaurar.

Hoy se cumplen 10 años de aquel fatídico 11 de marzo de 2004 en el que el ruido de los trenes despertó a España y diez explosiones quebraron nuestras almas para siempre. El fundamentalismo islámico reservó el dolor para los españoles a partir de aquel día. Únicamente la casualidad fue la que marcó la vida de aquellas personas, pero en realidad en los trenes de Atocha, Santa Eugenia, Calle de Téllez y El Pozo del Tío Raimundo viajábamos todos. Cuando un ataque terrorista es tan despersonalizado, no va dirigido a quien lo sufre directamente, si no a toda la Sociedad. Por ello la ofensa como nación es imperdonable.

El recuerdo a quién perdió la vida el 11M, se une al recuerdo de quién la ha perdido a manos de los grupos terroristas que han operado en España. El terrorismo como arma política no entiende de razas ni de religiones, y el nuestro, es un país marcado por el dolor que ETA ha provocado históricamente y al que, hace una década, se le sumó el látigo del integrismo fanático del Islam más radical. Tanto unos como otros esconden bajo un disfraz político sus conciencias de asesinos y únicamente les mueve el derramamiento de sangre inocente.

Pero hoy también es momento de recordar el heroísmo anónimo, la ayuda desinteresada, la solidaridad de un pueblo tras una de las tragedias más importantes de su historia. La unión, el respeto y la hermandad de la sociedad española en los momentos más duros y críticos nos hacen afrontar con optimismo los diferentes retos contingentes que se nos plantean como País, ya sean a nivel interno o de cara al exterior. Desde aquí mi homenaje a la caridad de quien lo da todo sin esperar nada a cambio.

El dolor está presente y éste se acentúa en días como hoy, pero siempre tendremos presente a quién sufrió la sinrazón del terrorismo y por eso hago mías las palabras que integran el lema de la Asociación de Víctimas del Terrorismo: “Verdad, Memoria, Dignidad y Justicia”.

Por ellos, por todos…

Requiem aeternam dona eis, Domine, et lux perpetua luceat eis