Hinojosa de Duero da comienzo al ciclo de las tradicionales matanzas caseras del cerdo

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REP. GRÁFICO: Luis Falcón. Momento del sacrificio del cebón
Las tradicionales matanzas caseras del cerdo, que aún perduran con cierto arraigo en el oeste de Salamanca, han comenzado como es habitual en las fechas previas a la festividad de la Inmaculada Concepción , cuando los animales dan ya las arrobas suficientes.
A partir de estos días es habitual ver en plena calle de algún pueblo de Salamanca, aunque también de las provincias de Zamora o León, una cuadrilla de vecinos afanada en torno a un banco de madera con el cerdo ibérico como protagonista de un ritual de gran pujanza hasta hace unas dos décadas.

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El oficio de la matanza, debido a los cambios de hábitos de consumo y a la despoblación rural, es una tradición muy venida a menos ya que, si en el año 2000 se celebraron 100.000 sacrificios, para este año se esperan alrededor de 25.000 en toda Castilla y León. Y es que desde el año 1999 las matanzas domiciliarias han caído un 75%.
Para esta campaña espera que haya algo más de 2.000 matanzas domiciliarias entre las zonas sanitarias de Ciudad Rodrigo, Fuenteguinaldo, Fuentes de Oñoro y Robleda. En la provincia se calcula que habrá unas 6.000 matanzas caseras.

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El primer pueblo en exaltar el oficio ha sido el municipio de Hinojosa de Duero (Salamanca), donde en la mañana de hoy han matado un cebón donado por el Ayuntamiento.
Es un día típico de los pueblos donde, además del oficio del matancero, mayores y pequeños reviven el argot de la matanza, con vocablos y dichos populares que perduran gracias a costumbres como ésta.
Echarle el gancho (momento en el que se coge el cerdo), picar el pan (para elaborar morcillas), mojar las tripas culeras (para los chorizos más grandes) o enfusar el ciego (es el chorizo que se fabrica con la tripa mas ancha del intestino del cerdo), son algunos de los cientos de vocablos y dichos populares que los más pequeños aprenden en los días de la matanza.
Tampoco faltan las bromas, como era habitual mandar al más incrédulo a buscar a casa del vecino el "acalcador de farinatos", una máquina que no existe y que lo único que pretendía era la mofa sobre el neófito.
Desde la primera semana de diciembre y hasta mediados de enero es habitual despertarse en algún pueblo deSalamanca, León o Zamora, con el gruñir de los marranos que son sacrificados junto a los portalillos de las casas, corrales o en los atrases.