¿Entre todos?
Con este encabezado pero sin
interrogación han bautizado un programa en la primera de la televisión pública,
que dedica toda la tarde de los días de
diario a mostrar todo tipo de desdichas humanas en forma de enfermedad,
prioritariamente; así como la carencia de medios para afrontar tal situación.
El fin de tal exhibición, siempre humillante para los interesados, es suscitar la generosidad de algún televidente
que se convierta en espectador tenga a
bien aportar en todo o en parte la cantidad requerida por la persona
necesitada.
Miedo da pensar que estamos
volviendo a los tiempos de beneficencia, con la misma o mayor velocidad con que
se desmonta la red estatal de servicios sociales. Que de la misma manera que se
ahorran cantidades ingentes de dinero recortando achicando estructuras de apoyo
social y prevención situaciones de exclusión, se invierten amplios dividendos
en suscitar generosidad; provocando
amplios un fuerte aumento de la fosa de desigualdad.
Estos espacios televisivos de ayuda, muestran la gran dureza de estos tiempos de amplificación provocada de diferencias sociales, a las que inocentemente llamamos crisis económicas; en las que se ofrecen vías de manifestación de desvalimiento humano tan atractivas como la televisión. Se trata de una doble humillación: primero generamos personas en situación de pobreza y después los enseñamos a mundo.
No se trata de una dinámica de
verdadera solidaridad, sino que bajo el disfraz de la solidaridad se
crean vías de un atroz individualismo en un mundo donde las estructuras de bien
común se debilitan hasta desaparecer por completo. Por eso cada vez que veo que
ese programa u ptros parecidos está en pantalla; me pregunto: ¿entre todos?