Cuando de la Iglesia se habla

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Estos días todo el mundo comenta sobre la elección del nuevo secretario de la Conferencia Episcopal Española. No falta quien te habla de nombramientos a dedo, políticas palaciegas o estrategias extraterrestres, sin embargo todo es bien terrestre, bien cotidiano, bien impregnado de todo lo caracteriza y envuelve a todo ser humano, sin faltar el Espíritu de Dios, por supuesto! No está de más comentar, que el puesto de Secretario se elige cada cinco años, que puede llevar aparejado el puesto de portavoz,  o no; su tarea es la coordinar y engrasar el funcionamiento de la Conferencia de todos los Obispos de España, de forma singular en lo referente al ejercicio de la caridad, la transmisión y escucha del Evangelio de Jesús y la celebración de los sacramentos. Puede ser secretario cualquier cristian/a capacitado para esta tarea y su nombramiento es la resultante del nombre que obtenga dos tercios de los votos de todos los obispos, que estos emiten eligiendo de una lista de tres, tras una o varias votaciones de rastreo.

Pero para nada valdría si los cristianos, no miráramos a la Iglesia que es hogar, escuela y taller y que ahora el Papa Francisco le está dando ese cariz de sencillez y empatía hacia el mundo que nunca debió perder.

Pues uno de los retos mas serios que tiene la Iglesia actual es ofrecer al mundo una idea clara de su identidad, origen, meta y razón de ser. La Iglesia es algo sin fronteras, ni limites que toma forma allí donde se vive en busca del Dios de Jesucristo que se revela en los relatos del Evangelio, con unos perfiles no uniformes sino radicalmente plurales; de tal manera que no basta hablar de la Iglesia como algo liquido, sino mas bien gaseoso, es decir espiritual. 

 Me da mucha pena el comprobar como ahora, hablar de Iglesia es hablar de oscurantismo, anacronismo,  posiciones dogmáticas inmóviles  y una autoconciencia tan complaciente que  refuerza tal concepto, dejando de lado los conceptos conciliares que afirman que en la Iglesia católica subsiste la Iglesia de Jesucristo.

La sociedad  actual reclama frecuentemente una Iglesia puesta al día, pero sin embargo “una Iglesia a la última” no daría la verdadera respuesta que el mundo necesita de ella.  Que no es otra cosa que abrir caminos de espiritualidad en un mundo donde lo material es imprescindible para vivir, pero que vacía las almas cuando se presenta como lo único por lo que el hombre y la mujer de todo tiempo y lugar han luchado con esfuerzo. No olvidemos que las personas, al remate somos más alma que cuerpo. Y que la Iglesia ha de seguir caminando en busca del sentido que todos los hombres y mujeres necesitamos como el pan de cada dia.