Entre Robles

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A toda la gente le gusta viajar, conocer cosas y lugares nuevos. Unos, buscando la historia, otros buscando monumentos, otros iglesias, otros cultura, otros gastronomía,... Y todo eso está muy bien. Lo malo es que muchas veces nos quedamos fascinados con lo que vemos fuera, muy lejos, cuando quizás es mucho más importante lo que podemos ver en nuestra tierra. Y es que, muchas veces, nuestra tierra es desconocida para la gente que vivimos en ella. No hace falta que nos salgamos de la comarca de Ciudad Rodrigo para ver que es verdad ésto que digo. ¿Nos damos un paseo? Vamos allá.

Empezando por la historia, hay en nuestra tierra un montón de cosas que, seguramente, la gente que vivimos aquí no conocemos. Desde tiempos de la Prehistoria (Siega Verde, ídolo de Lerilla, ídolo de Robleda,...), los Vetones (Irueña, Lerilla, el verraco de Ciudad Rodrigo,...), los romanos (tres columnas, calzada romana a Gata, fuente romana de Peñaparda,...),... 


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Hasta los tiempos de la Guerra de la Independencia (la Francesada), pasando por la Edad Media y nuestro Reino de León con las repoblaciones, los fueros, el título de “Civitas” (ciudad) o la creación de la Diócesis que dieron los reyes de León a Ciudad Rodrigo por ser, precisamente, una ciudad importante dentro del Reino de León, tanto que hasta estuvo representada en las primeras Cortes del mundo (las que hizo Alfonso IX de León en la capital del Reino en el año 1188).

Dejando a un lado nuestra rica y desconocida historia, pasaré de largo por la gran cantidad de monumentos que atesora Ciudad Rodrigo y vamos a otros tesoros no menos importantes: los tesoros culturales. Sin olvidar los famosos Carnavales de Ciudad Rodrigo, de sobra conocidos, nuestra tierra guarda otros tesoros culturales.


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Pandero Cuadrado

El primero, en cuanto a los instrumentos tradicionales que usamos en la comarca: gaita y tamboril (que, aunque hoy día está muy de moda, por poco desaparece no hace tanto tiempo); la sartén (en Peñaparda, en Villasrubias y, de forma más importante, en El Payo, que las mujeres tocan con un dedal y una cuchara) y, como no podía ser menos, ese instrumento tan particular que es el pandero cuadrado (cuya forma de tocar en Peñaparda, con una porra como la de un tamborilero, es única en el mundo, instrumento alrededor del cual se hace a finales de julio la Fiesta del Pandero Cuadrado).

El segundo, en cuanto a los bailes. Famosa es la Fiesta de la Charrada de Ciudad Rodrigo, que tiene su continuación en los demás festivales folklóricos que se hacen en la comarca: el Pandero Cuadrado (Peñaparda), la Sartén Charra (El Payo),... Pero tan importante (o más) es que se conserven los bailes tradicionales: charradas, charros, “ajecháus”, “salteáus”, “corríus”, “brincáus”, “fandangus”,... Y esos toques de ofertorio (que en El Rebollar se bailaban siempre a la Virgen del Rosario) y esas alboradas y pasacalles que tanto alegran las fiestas de nuestros pueblos. Con estos bailes se pueden ver los trajes de charro, de mucho colorido, y adornados con bordados, prendas y vestimentas que no son fáciles de encontrar en ningún lugar, y muy distintas de las de nuestros vecinos.


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Por no alargarme mucho, vamos a acabar con el tercer tesoro cultural de nuestra tierra. Tercero por poner un orden, pero no menos importante que los otros dos. Se trata de las lenguas. Poca gente lo sabe, pero en la comarca de Ciudad Rodrigo se hablan tres lenguas. Por número de hablantes: castellano, leonés y portugués. El castellano es de sobra conocido por ser la lengua mayoritaria del Estado y está extendida por muchos países del mundo. El leonés se conserva, sobre todo, en la comarca de El Rebollar (Navasfrías, El Payo, Peñaparda, Villasrubias y Robleda). Uno de estos pueblos de El Rebollar, Robleda, es el único de la provincia donde podemos ver los nombres de las calles escritos en dos lenguas; leonés (habla de El Rebollar) y castellano. Y la tercera, el portugués, que todavía se habla en La Alamedilla, y que a principios del s. XX se hablaba también en La Bouza (Casiano Sánchez Aires o tiene documentado en su libro en el año 1904) y, seguramente, en La Alberguería. Éste tesoro lingüístico, no menos importante que los demás, tenemos el deber de conservarlo todos los que amamos nuestra tierra.

Como se puede ver, nuestra tierra está llena de cosas para ver. Hemos dejado de nombrar muchas como la gastronomía (farinato, chanfaina, cachuelos,...), naturaleza,... Pero en un espacio como éste no hay lugar para más. Desde aquí animo a conocer y a amar nuestra tierra. Si no lo hacemos nosotros, ¿quién lo va a hacer?