28 JUNIO 2013 Concluían hace unos dias las fiestas de San Juan de Hinojosa de Duero, con tres novilladas, otras tantos encierros a caballo y con una animación grandiosa gracias a los festejos taurinos populares.
El alcalde de Hinojosa no
daba crédito a que los servicios veterinarios, que acuden a los festejos en
pareja para reconocer a los toros (novillos o vaquillas), se hayan llevado más
de 3.000 euros y, en algunos casos, han cobrado tres veces por ver a los mismos
toros.
Situación similar ha sido denunciada en los últimos años por los
alcaldes de Fuenteguinaldo, que cada edición tienen que ingeniárselas para
preservar, en este caso, los afamados y concurridos encierros a caballo, debido
al alto coste, más aún con multas cuantiosas de la propia administración,
debido a las querellas de grupos animalistas.
Y, así, con tanto permiso
y tanta burocracia recalcitrante, los pueblos abandonan los festejos taurinos
porque, claro está, son inasumibles: seguros, ambulancias, veterinarios, etc… Una
auténtica millonada.
De acuerdo todos en que
tiene que haber un mínimo de seguridad y una atención médica por si ocurre
alguna desgracia, pero, de seguir así, si nadie cambia las normas del juego, en
los pueblos de Castilla y León y, por tanto, de Salamanca, este tipo de fiesta
se está “prohibiendo”. Sí, sí, a su manera, sin el decretazo de Cataluña, pero
prohibiendo porque se está aniquilando y eso deja una huella que en años
venideros será imborrable: menos oportunidades para los novilleros, menos
oportunidades para los ganaderos que tienen que despedir empleados y menos
forasteros que “pasan” de su pueblo porque en verano no hay toros. Así de crudo
y de real.
Creo que tan difícil no
es la solución (sólo hay que mirar al otro lado de
Esos que tanto gritan
contra la prohibición de los toros en Cataluña, que también voceen contra este
tipo de prohibición encubierta.