El Jefe
de la Unidad de Demencias del Hospital Clínico de Salamanca, Jesús Cacho ha
asegurado hoy a este medio que la siembra de un huerto es una buena estrategia
de prevención de las demencias y "además, es un buen ejercicio cognitivo,
porque es una buena rehabilitación para los enfermos"
Las
personas mayores que viven en los pueblos y tienen la costumbre de sembrar un
huerto provocan que con esta práctica su "cerebro genere estrategias de
planificación y abstracción, que dependerán del lóbulo frontal, tan afectado
por las demencias", ha argumentado la neuropsicóloga salmantina Rosalía
García
Plantar
todo tipo de hortalizas es una forma extraordinaria para "favorecer la
capacidad mnésica - y la memoria prospectiva, fuertemente alteradas en
patologías como la Enfermedad de Alzheimer".
El
doctor Cacho asegura con rotundidad que la siembra de los huertos son
actividades que en las personas mayores favorecen a la creación de reservas
cognitivas o "nuevos circuitos neuronales", por lo que se justifica
la prevención de las demencias.
"Cultivar
un huerto es una terapia multisensorial, ya que, además de estimular las
funciones cognitivas, nos impregnamos de sol y aire, a través de los cinco
sentidos y, así, se estimulan neurotransmisores como la serotonina que, en
muchos problemas cognitivos aparece alterada", ha explicado Rosalía
García.
Desde
esta Unidad de Demencias reconocen que sembrar un huerto supone una
alimentación basada en la dieta mediterránea
y un excelente ejercicio físico, por lo que se controlarán los factores de
riesgo vasculares, que son "muy relevantes en los problemas cognitivos de
las personas mayores".
Además
de una fuente de vida saludable, el huerto es una salida social que cada año
que pasa la impulsan más instituciones para dar salida a personas o familias en
situación muy precaria, desde el punto de vista económico.
Según
un estudio realizado hace unos años por investigadores de la Universidad
Autónoma de Barcelona, basado en más de 200 encuestas a
personas que sembraban hortalizas, tener un huerto puede suponer un ahorro
medio para una familia de unos 1.600 euros.
Uno de
los pioneros en la puesta en valor de los huertos ha sido la Asociación de
Agricultura de Montaña de la Sierra de Francia de Salamanca, que en los últimos
cuatro años ha posibilitado que 50 familias con problemas económicos tengan su
propio huerto.
Desde
esta institución promovieron que los dueños de huertos abandonados los cedieran
a las personas con dificultades y, así, los terrenos baldíos volvías a ser
productivos y las familias con pocos recursos obtenían unos beneficios.
Cada
vez son más las personas jóvenes, tanto del medio rural como de las urbes,
según los sindicatos agrarios, que acuden a cursos de
agricultura ecológica con el fin de mejorar el huerto que tienen en su pueblo o
el que cultivan durante los días de asueto.
Esto ha
favorecido a que en los últimos años hayan proliferados las prácticas
ecológicas, frente al uso irracional de los herbicidas.
Un
claro ejemplo lo vemos en hortelanos que, en vez de herbicidas, usan las
ortigas mezcladas con agua para la eliminación de las malas hierbas y, así,
evitar tener que roturar en demasía la tierra.
Otros
como Tomás Hernández, vecino de Serradilla del Arroyo, en el Parque Natural de
Las Batuecas (Salamanca), prefiere, a sus 83 años de edad, seguir utilizando el
burro y el arado romano para hacer los surcos donde, a la postre, sembrará las
hortalizas. También está Olegaria, de 78 años y también de Serradilla, que es
capaz de segar con la hoz, a pesar de ir con un bastón