Ladran luego cabalgamos

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Sí es verdad que a los españoles les está costando mucho comprender que las arcas ya no pueden sostener un estado del bienestar cómo el que se ha disfrutado hasta ahora.

 

Entiendo la frustración de todo aquel ciudadano que tenía una atención sanitaria excepcional y ahora ve que unos recortes le reducen esa atención al mínimos imprescindibles o quizás menos que imprescindibles. Pero tendríamos que reconocer honestamente que estaba sobredimensionada.

 

Entiendo la frustración de todo aquel ciudadano que tenía una atención escolar excepcional y que ahora ve que unos recortes le reducen esa atención y ponen en peligro la cobertura educativa de sus hijos. Pero tendríamos que reconocer honestamente que estaba sobredimensionada.

 

Tirábamos el dinero por la ventana, lo tiraba el Estado, lo tiraban los reinos de taifas.

 

Pero no entiendo y no quiero admitir que con recortes necesarios se lleven por delante a ciudadanos a quienes han convertido en auténticas víctimas. Es difícil legislar personalizando circunstancias, pero siempre hay vías para evitar que casos concretos se conviertan en atentados al sagrado derecho humano.

 

La sanidad pública ha sido extensa pero eso no es sinónimo de buena. Una sola vez en mi vida recurrí a los servicios públicos sanitarios y casi salgo...esquilada. Salvé la vida porque solicité una segunda opinión médica. La inversión no iba en la dirección correcta.

 

Cuando me trajeron a Madrid desde Ciudad Rodrigo me metieron en un Instituto público, el Isabel la Católica con gran asombro por parte de los amigos de mis padres que no entendían ese gesto “liberal”. Venía de una maravillosa enseñanza con profesoras particulares en Ciudad Rodrigo. Había aprobado el ingreso a bachillerato con sobresaliente y el ingreso y primero de piano en Salamanca con matrícula de honor. Mi familia “no daba crédito” a mi potencial estudiantil. Pero mi trayectoria se acabó ahí. Éramos 45 por clase y eso no impedía que hubiera estudiantes brillantes que sacaban nota e hicieron su bachillerato sin problemas. Mi familia debió pensar que era un problema de la escuela pública y me metieron en el colegio de la Asunción. El más de lo más...sin pedigree allí no se entraba. Me expulsaron a los cinco meses. Después vino una hégira por las Teresianas y varios más con idéntico resultado. Hasta que me mandaron interna a París. Entonces perdí aburrimiento y recuperé el placer de aprender. Éramos también 45 por clase. Descubrí que no era un problema de público o privado, era un problema de sistema educativo. Tanta inversión en educación en los últimos años en este país y nos ha llevado a la cola de la educación en Europa.

 

Tendremos que redimensionar los servicios públicos, de acuerdo, pero si es con la misma calidad será una verdadera catástrofe. Reduzcan pero mejoren. Ese sería el único sentido.

 

Pero nuestros Gobiernos bipartidistas han demostrado a lo largo de diferentes legislaturas que lo único que se les da bien de verdad es la corrupción y el desmán. Reflexiono, quizás daban tanto para ocultar lo que se llevaban ellos y los amigos delincuentes. Cada ley que se aprueba me suscita una irrefrenable sospecha: ¿quién se beneficia?

 

En la educación, en la sanidad, en la ley de costas, etc...

 

Eso no importa, siempre habrá un pequeño colectivo contento que camufle lo que de verdad hay detrás.

 

Somos estupendos, estamos haciendo las cosas cómo debemos, de paso nos estamos librando de dar cuentas, beneficiamos a “los nuestros”, protegemos a los que nos protegen, dejar que se manifiesten... ladran luego cabalgamos!.